http://feeds.feedburner.com/TerritoriosGobernanzaYDemocracia Territorios Gobernanza y Democracia: EL CAMINO POSIBLE: PRODUCCION SOCIAL DEL HÁBITAT EN AMERICA LATINA

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jueves, 20 de septiembre de 2012

EL CAMINO POSIBLE: PRODUCCION SOCIAL DEL HÁBITAT EN AMERICA LATINA



En “El Camino posible: Producción Social del Hábitat En América Latina” [1] Joakim Olsson [2] pone de manifiesto que un 67 %de las viviendas en América Latina han sido hechas mediante producción social del hábitat. Una parte significativa de este porcentaje, agrega, corresponde a viviendas construidas por familias en situación de pobreza, lo que revela el dinamismo de estas familias así como su espíritu emprendedor y su voluntad de salir adelante a pesar de la adversidad. No obstante, nos dice Olsson, enaltecer este espíritu a veces heroico, no debe dejar pasar por alto que se trata por lo general de respuestas atomizadas y poco eficaces que pueden acarrear mayor caos  urbanístico  en las ciudades y acrecentar sus índices de vulnerabilidad.  Por eso, agrega, resulta ineludible reclamar un apoyo público decidido en materia de vivienda, acceso al suelo, financiamiento de las obras y marcos legales que favorezcan la organización de la gente para hacer frente al problema de la vivienda.

Enrique Ortiz [3], por su parte, distingue básicamente dos formas de entender a la vivienda: Como derecho humano o como mercancía que, por la lógica del mercado traduce la demanda en potencial y efectiva, quedando esta última limitada a los sectores que cuentan con capacidad de pago. La vivienda como mercancía, a su vez, está asociada a la noción de vivienda como producto terminado, lo que lleva a la necesidad de pensar  en la canalización de grandes montos de inversión, limitar el número de unidades producidas, ahorrar costos, producir viviendas pequeñas en lugares alejados. Por lo tanto, puntualiza EO, la vivienda como producto terminado cuando está destinada a sectores de bajos ingresos, lleva aparejada inevitablemente el concepto de “vivienda mínima”.

Aquellos que no logran acceder al mercado formal de esta vivienda mínima, pueden tener, en teoría, posibilidad de recibir algún tipo de apoyo estatal en el marco de lo que EO llama “la vivienda como satisfactor social”. No obstante, en las últimas décadas el estado se ha limitado a cumplir un papel facilitador  con resultados, a la postre, muy poco alentadores, lo que lo ha llevado a ensayar nuevas modalidades esta vez orientadas fundamentalmente a los sectores de muy bajos recursos.

Como consecuencia de lo anterior, la mayor parte de las viviendas en América Latina son producidas por los propios usuarios para satisfacer sus necesidades de techo:  Los “bienes de uso autoproducido”, donde se privilegia el valor de uso de las viviendas por sobre su valor de cambio.  Esta modalidad supone a la vivienda como un proceso donde la gente produce su vivienda “con la dinámica de sus recursos, posibilidades, necesidades y sueños. Puede partir de soluciones precarias en superficie y acabados, pero si está bien planteada ofrece mayor calidad de vida en el largo plazo y mayor flexibilidad para adaptarse a la dinámica familiar”.

Concebir a la vivienda como proceso autogestivo, continúa EO, puede posibilitar atender a más familias, lograr producción masiva, atender a sectores de bajos ingresos, estimular la movilización de otros recursos sociales, orientar mejor los subsidios y bajar su monto, y lograr períodos más cortos de recuperación.

La vivienda autoproducida es, por otro lado, un bien social potencialmente abundante, contrariamente a lo que sostienen quienes apuestan por la vivienda como mercancía, para los que la vivienda  terminada es un bien caro y escaso al que los sectores de bajos ingresos no pueden acceder en plenitud. La vivienda producida por los habitantes parte de un concepto diferente de la noción de recursos: Habilidades, apoyo mutuo; solidaridad; uso de materiales locales reciclados; imaginación; ahorro en materiales; uso de tiempos libres; supervisión directa del proceso productivo, entre otros.

Por último, la vivienda como acto de habitar difiere de la vivienda objeto, toda vez que implica una relación cultural donde  el habitante se articula no solo a un lugar sino a su entrono social y a su historia.

Más adelante EO define sintéticamente a la PSH de la siguiente manera: “Produce sin fines de lucro, bajo iniciativa y control  de los autoproductores y desarrolladores sociales, viviendas y conjuntos habitacionales que adjudica a demandantes individuales y organizados (principalmente de bajos ingresos) que en general son identificados y participan activamente  desde las primeras fases  del proceso habitacional.

Y más adelante distingue PSH y autoconstrucción, que sería la práctica de edificar viviendas  y otros componentes  del hábitat por sus propios usuarios y puede realizarse bajo procesos individuales-familiares (autoayuda) o colectivos-solidarios (ayuda mutua). Puede ser la opción que asume una organización  o grupo de familias, pero esta opción sólo implica una fase del proceso productivo, y no necesariamente el control integral del mismo, cinco fases a saber: Promoción-integración; planeación; construcción ; distribución y uso de la vivienda.


[1] Eds. Trilce, Montevideo, Centro Cooperativo Sueco, 2012.
[2] Director Regional para América Latina del Centro Cooperativo Sueco.
[3] Ex Presidente de HIC