http://feeds.feedburner.com/TerritoriosGobernanzaYDemocracia Territorios Gobernanza y Democracia: Un Espacio para el Desarrollo: Los Mercados de Vivienda en América Latina y El Caribe César Patricio Bouillon, editor Desarrollo de las Américas, BID 2012 Distribución FCE

Espacio dedicado al estudio y promoción del desarrollo local, los territorios y la descentralización

lunes, 1 de octubre de 2012

Un Espacio para el Desarrollo: Los Mercados de Vivienda en América Latina y El Caribe César Patricio Bouillon, editor Desarrollo de las Américas, BID 2012 Distribución FCE



César Patricio Bouillon, editor
Desarrollo de las Américas, BID 2012
Distribución FCE


1.    Definición del déficit

El libro analiza  tanto las características individuales del hogar, principalmente los deficits de vivienda, como la ubicación del barrio, el acceso a las facilidades urbanas, la forma urbana, la densidad y la segregación. En la páginas 23/24 el estudio del BID señala que la vivienda es mucho más que un techo y cuatro paredes: “Comprende su dotación de servicios, su ubicación, la seguridad del barrio y muchos otros factores que contribuyen a la calidad de vida de las personas”.

Agrega que la medición de los déficits de vivienda adolece de algunos defectos, como la necesidad de establecer de manera subjetiva  lo que se entiende por “adecuado”, lo cuál puede ser problemático para algunas dimensiones dado que algunas ‘necesidades’ pueden ser ilimitadas”. Continúa: La medición de la brecha de vivienda tampoco toma en cuenta la demanda del mercado y omite temas como acceso a servicios comunitarios y cercanía o lejanía a los centros de labores, calidad de los servicios de educación y de salud,  seguridad, segregación por ingresos,  y comodidades culturales y comerciales.

2.    Estado actual de la problemática

Luis Alberto Moreno, Presidente del BID señala en el prólogo, que las ciudades, motores del crecimiento y de la innovación, generadoras de empleo y de inversiones, tienen, entre otros, el desafío de ofrecer a sus habitantes  servicios, empleo y techo. Centrándose el libro en el estudio de las áreas urbanas, agrega que las causas que históricamente han agravado el problema de la vivienda en la región  han sido la migración acelerada del campo a la ciudad,  el crecimiento de las ciudades, la ausencia de planificación y la poca inversión en infraestructura. Sostiene que, sin embargo, de esa fecha a esta parte ha habido avances significativos como es por ejemplo la provisión de agua y de energía. Finaliza señalando que, siendo eso cierto, es necesario avanzar más rápido. En ese camino los gobiernos estarían llamados a cumplir un rol importante, pero sobre todo, las familias y el sector privado.

En la introducción el estudio puntualiza el hecho de que AL/C es la región más urbanizada del mundo en desarrollo, y resalta tres características que serían relevantes: Altas tasas de propiedad de las viviendas, promedio alto de ingresos familiares para los estándares de ciudades con el mismo nivel de desarrollo. Y reitera que habiendo habido en  las últimas décadas avances significativos en materia de vivienda, subsisten problemas importantes por resolver. Enfatiza que de las 130 millones de familias que viven en ciudades,  cinco millones deben compartir la vivienda con otra familia, 3 millones viven en viviendas irreparables y 34 millones carecen de títulos de propiedad, agua potable, saneamiento, pisos adecuados o espacio suficiente, Muchas de estas viviendas están situadas en barrios que carecen de facilidades urbanas.

3.    Cuantificación del  problema de la vivienda en AL/C

El acápite “Retrato de un problema: El sector de la vivienda”, el estudio se adentra en la cuantificación del déficit. Tomamos como referencia la población en AL/C para el 2009, año que considera el estudio, y el número de personas por hogar, consignados en el Anuario estadístico de CEPAL 2011. De acuerdo con ello, en ese año había en la región 145’886,750 hogares, de ellos 130’769,230, urbanos [1] En la página 27 del libro se cuantifica el déficit, que traducimos a cifras absolutas:

DEFICIT TOTAL  AL/C 2009
Déficit total de viviendas
Déficit cuantitativo  
Déficit cualitativo  
absoluto
relativo
absoluto
relativo
absoluto
relativo
53’978,098
37
8’753,205
6
45’224,893
31
DEFICIT URBANO AL/C 2009
Déficit total de viviendas  urbanas
Déficit cuantitativo 
Déficit cualitativo de viviendas urbanas
absoluto
relativo
absoluto
relativo
absoluto
relativo
41’846,153
32
7’846,153
6
33’999,999
26
DEFCICIT RURAL ALC/2009
Déficit total de viviendas 
Déficit cuantitativo 
Déficit cualitativo de viviendas
absoluto
relativo
absoluto
relativo
absoluto
relativo
9’070,512
60
755,876
5
8’314,636
55
Fuentes: “Un Espacio para el desarrollo: Los Mercados de  Vivienda en AL/C, César
 Patricio  Bouillon, editor, p.27; Anuario Estadístico CEPAL 2011. Elaboración propia

Como puede observarse, de acuerdo a estudios de la propia CEPAL,  el déficit total habría crecido en esta década, y  el componente principal continúa siendo el déficit  cualitativo,  tanto a nivel urbano como rural, que alcanzó en 2009,   el 83% del total, por 60%  que era en los años noventa [2]. Estos dos aspectos no son referidos en el estudio actual, que tampoco precisa la magnitud del incremento anual de este déficit, como sí lo hizo Jennifer Duncan en el 2003, que basándose en estudios del BID (Rojas 2005) señala que mientras el aumento de la demanda anual es de 2.5 millones, cada año  se agregan  1.5 millones al parque de viviendas  [3].

4.    Diferencias por países

En la páginas 29 y 30 (cuadro 2.4)  el estudio puntualiza que existen diferencias al momento de analizar el problema de la vivienda y sus posibles soluciones de país en país, por ejemplo, en términos de déficits cuantitativos y cualitativos, de materiales, hacinamiento, infraestructura y de tenencia segura, de vivienda rural y vivienda urbana, entre otros. En el cuadro en mención, se puede apreciar, no obstante, que en casi la totalidad de países el déficit cuantitativo es bajo (salvo Bolivia cuyo Déficit cuantitativo se sitúaba en el 2009 en 30%) y el cualitativo es alto y muy alto, salvo en los casos de Chile, Costa Rica y Colombia.


5.    Causas de  la situación: La asequibilidad:

En la página 61, acápite “¿Dos habitaciones, dos baños y un patio grande? La demanda de vivienda en América Latina y El Caribe”,  define la brecha de asequibilidad  como el porcentaje de hogares que gastaría más del 30% de sus ingresos en pagar una hipoteca de 20 años con una cuota inicial de 10% para adquirir una vivienda a un determinado precio y a una determinada tasa de interés. El porcentaje de hogares que tiene esa capacidad o que carece de ella sería una función de la distribución del ingreso del hogar, de la tasa de interés y del precio de la vivienda [4].


a)    Carencia de ingresos

El documento del BID señala que el déficit de vivienda varía según los quintiles de ingreso de los hogares, como – en efecto- puede verse en el cuadro 2.2. (p.27):

             DEFICIT: QUINTILES URBANOS POR INGRESO PER CAPITA DE LOS HOGARES 2009

Nacional
Urbano
Rural
I
II
III
IV
V
Déficit Total
37
32
60
52
39
32
24
16
Déficit cuantitativo
6
6
5
9
8
6
5
3
Déficit Cualitativo
31
26
55
43
31
26
19
12
Fuente: “Un Espacio para el Desarrollo…”, en base a Rojas y Medellín 2011

Estableciendo una relación entre vivienda y pobreza, tenemos que,  de acuerdo a cifras de la CEPAL al año 2008 - 33.2% de la población de la región (182 millones de personas)  era pobre. De ese total, una tercera parte, 12.6% o 60 millones, eran pobres extremos. Utilizando el  promedio de cuatro personas por hogar y la población total para el 2008 (Anuario), estamos hablando de unos 30’ 500,000 hogares pobres y de unos 15’000,000 de hogares en pobreza extrema, por 93 millones de hogares no pobres,  que tienen posibilidades, mayores o menores, de resolver sus problemas de vivienda en el marco de un mercado formal  que funcione en forma eficiente.[5].  

El problema  más urgente se plantea es entonces para esos 45 o 47 millones de hogares pobres y muy pobres que, dadas sus características económicas,  por lo general no acceden  al mercado formal de la vivienda [6] , viven como hogares adicionales, o en viviendas improvisadas, con materiales precarios, hacinadas, sin infraestructura y sin seguridad de la tenencia.   En la página 62 el estudio sugiere tres formas de enfrentar este problema: Promover el incremento general de los ingresos, llevar a cabo intervenciones redistributivas orientadas a aumentar los ingresos de los hogares más pobres,  implementar programas de vivienda focalizados que apunten a subvencionar la adquisición de viviendas para los más pobres y desarrollar los mercados de alquiler para segmentos de bajos ingresos.

b)    La falta de acceso a los mercados financieros

En este punto el estudio reflexiona en torno a tres puntos: Las tasas de interés real vigentes, que pueden encarecer el costo de los créditos hipotecarios;  la informalidad,  alta en toda la región, que dificulta a los trabajadores documentar sus ingresos;  y  la insuficiencia de ingresos suficientes que permitan al postulante  acceder al crédito hipotecario.

c)    Los altos precios de las viviendas

Es posible que el sector privado sea renuente a construir viviendas de bajo costo debido a dudas acerca de la rentabilidad del negocio, a las limitaciones crediticias de las familias, el alto costo de la tierra o de urbanizar terrenos para uso residencial, las regulaciones excesivas y los altos costos de registro de propiedad. Eso hace que “en las ciudades de la región incluidas en el análisis, la vivienda más barata ofrecida por el sector privado sin subsidios a la construcción, se situaba en un promedio de 24 mil dólares en el 2010 y una familia promedio necesitaría acumular  21 meses (1.8 años) de sus ingresos totales para pagarla” (p.68).

6.    Costo que sería necesario cubrir para cerrar la brecha y cubrir la demanda

En la página 49 el estudio refiere que para cerrar la brecha cuantitativa de vivienda para los hogares pobres en la región requiere una inversión de por lo menos 25 mil millones de dólares. El cálculo supone que los hogares pobres demandan viviendas estándar básicas de 40 metros cuadrados construidas en lotes de 60 metros cuadrados cuyo costo total se estima en 15 mil dólares (11 mil en construcción, 3 mil para el terreno y 1,000 en gastos administrativos operativos). Para los hogares que no son pobres  cerrar la brecha cuantitativa de vivienda requeriría una inversión de por lo menos 148,000 millones de dólares. Este cálculo supone que los hogares demandan viviendas de 23 mil dólares. Cerrar la brecha cualitativa de infraestructura requiere de una inversión de por lo menos 107 mil millones de dólares, suponiendo una inversión de 5 mil dólares por hogar. Por último, cerrar la brecha cualitativa  de materiales supondría una inversión de por lo menos de 30 mil millones con una inversión de 3 mil por hogar. En total, unos 310 mil millones de dólares, equivalentes al 7.8% del PBI de la región. 

Cerrar la brecha  del déficit cuantitativo  y del déficit de infraestructura de todos los hogares pobres de la región  requeriría aproximadamente  53 mil millones de dólares o un 1.4 % del PBI.

7.    Somero Balance de las Políticas

En el capítulo “Construcción de una política de Vivienda que funcione” (p. 271 en adelante)  el estudio señala que existen diversas justificaciones para la intervención del estado en materia de vivienda. Por un lado, las fallas del mercado, la información imperfecta, la falta de acceso al crédito y varias externalidades (localización por ejemplo), todo lo cuál hace que la oferta habitacional del mercado sea inadecuada. También se aducen, continúa el documento, razones éticas: La viviendo como un bien imprescindible, tal como lo plantean constituciones de 18 países; y razones económicas: La vivienda da empleo y dinamiza la economía. Pero por lo general, señala el estudio, el resultado de esta intervención no fue adecuado y en los años noventa se impuso el criterio del estado como “facilitador de los mercados”, retomando la experiencia chilena recogida luego  por NNUU, el BM y el BID. Y se precisaron los instrumentos que debiera guiar esta política: Derecho de propiedad, financiamiento hipotecario, racionalización de los subsidios, infraestructura, regulación del desarrollo, reorganización de la industria de la construcción, marco de políticas públicas e institucionales.

Chile,  pionero de la fórmula ABC en los años setenta, mejoró el acceso al crédito hipotecario. Colombia siguió ese enfoque en 1991 con la creación de Inurbe. El modelo chileno promovía la construcción de viviendas de 40 metros cuadrados, con 10% de ahorro familiar, 40% de subsidio y el resto crédito hipotecario. En los años 90 la mora de la clase media fue transferida al sector privado y se dejó de prestar a los sectores bajos. Para ellos se acordó un subsidio pleno: El Fondo Solidario de Vivienda, con el 10% de ahorro directo. Se respondía así también a la falta de interés del sector privado y se aceptaban los proyectos de las comunidades.

Con variaciones esta forma de abordar la problemática ha sido implementada en la mayoría de países de la región (cuadro 9.3, p. 276). En materia de cobertura, el número promedio de subsidios al año es de 33,130 en Argentina, 39,202 en Chile, y 36,630 en Colombia. Aún así no parece que estos programas puedan resolver el problema de la vivienda en plazos razonables. En Chile, país que más habría avanzado,  el problema principal sería ahora  la calidad del stock y el deterioro de los barrios.

En el capítulo “Construcción de una política…” se precisa que la experiencia parece demostrar  que los programas Ahorro, Bono, Crédito no llegan a los más pobres, que tienen poca posibilidad de ahorro y no pueden  acceder a un crédito bancario.  Problemas que se suman a otros como  los altos precios de las viviendas  con relación al ingreso familiar así como de la tierra y de la  construcción (ver introducción y sección “asequibilidad”).

En este marco, el sector informal sigue construyendo un porcentaje importante de las viviendas en la región, al tiempo que el sector privado es reacio a participar en programas para los pobres, hecho éste que  obligó a Chile, por ejemplo, a recurrir a subsidios casi totales para ellos.

Por último, en la página 50 del estudio se hace alusión a los presupuestos públicos insuficientes: Actualmente los países de América Latina destinan sólo el 1% de su PBI en promedio, a programas públicos de vivienda y proyectos de desarrollo urbano: “Para los países que más invierten en el sector vivienda, el gasto asciende al 2% del PBI”.


8.    Lecciones aprendidas, propuestas

Visión integradora y enfoque facilitador

El estudio propone una visión global que permita visualizar, abordar y resolver los problemas de la vivienda incluyendo a aquellos que aquejan a  las clases medias. Sobre esta base, señala que es probable que la aproximación más eficaz y sostenible  para potenciar la eficiencia y eficacia de los mercados de tierras urbanas y de vivienda en los países en desarrollo sea un enfoque facilitador (BM 1993; Dowall  y  Clarke 1996; Angel 2,000). Este enfoque promueve la ampliación de terrenos  urbanos dotados de servicios, la provisión de infraestructura, el acceso al crédito para la construcción y compra, la existencia de regulaciones realistas relativas al uso de la tierra que reflejen la voluntad y disposición a comprar vivienda, y el acceso a materiales y servicios de construcción.

 La mayoría de los países han centrado sus políticas y programas en proveer directamente vivienda o en proporcionar subsidios para comprar unidades terminadas Salvo algunas excepciones notables, por lo general se han olvidado de proponer el tipo de intervenciones y reformas regulatorias que mejorarían el funcionamiento de los mercados de tierras. “Intentar solucionar el problema de la vivienda informal una vez que se ha convertido en un hecho cumplido resulta mucho más complejo y costoso que prevenirlo. Y aunque todavía se requiere recurrir a los programas de mejoramiento de barrios marginales con le fin de dar solución al stock actual de informalidad, los responsables de mejorar el proceso de urbanización en la región deberían incluir políticas orientadas a prevenir la formación de barrios marginales dentro de sus programas” (p.161).


Importancia del mejoramiento de los  barrios marginales

En el capítulo “La verdad acerca de los mercados de tierras” (pp. 212 y siguientes), el estudio señala que el surgimiento de los barrios marginales y asentamientos irregulares “por lo general se debe a que las familias de bajos ingresos no pueden adquirir una solución de vivienda en el mercado privado. En ese sentido son síntoma de funcionamiento deficiente de los mercados  de tierra y vivienda” (p. 156).  Y retoma cifras de Mac Donald (2004) para afirmar que por lo menos un 25%  de la población urbana de la región vive en asentamientos informales (p.37).  La informalidad en la vivienda, dice el estudio, “puede conducir a la formación de barrios marginales, que por lo general se pueden describir  como ‘un área urbana densamente poblada caracterizadas por vivienda subestándar y miseria’ (UN Hábitat, 2007, p.1). Según UN-Hábitat, hoy en día los barrios marginales han llegado a incluir la gran mayoría de asentamientos informales que se están convirtiendo rápidamente  en la manifestación más visible de la pobreza urbana en las ciudades del mundo en desarrollo. Los límites entre las definiciones de vivienda informal y barrios marginales no están claros, y a menudo los dos conceptos se encuentran superpuestos en la literatura especializada” (p.38).

El estudio señala que aunque la mayoría de gobiernos de la región no cuenta con políticas orientadas a abordar las causas  del surgimiento de asentamientos informales y barrios marginales,, sí tienen programas para ayudar a las familias ya establecidas, entre otros, expedición de títulos y mejoramiento de barrios. “Estas políticas tienen un alto potencial para acelerar las inversiones de las familias en sus viviendas, con el consecuente impacto positivo en su bienestar”(p. 157).

El estudio señala que este  mejoramiento puede ser de tres tipos: mejora de servicios básicos,  legalización de la tenencia y mejora general.  La mejora general, agrega, asegura la tenencia y sitúa a las comunidades de los asentamientos al mismo nivel de la ciudad formal. Así mismo incluye servicios sociales esenciales. Un ejemplo es el programa Favela-Barrio en Río de Janeiro. El costo por familia de un programa de este tipo  oscila entre los 3 y 7 mil dólares. (p. 159).

Vivienda incremental como alternativa para los sectores de bajos recursos

El estudio propone evaluar la importancia de la vivienda incremental para los sectores e bajos recursos.  El el capítulo “¿Y sí construyo mi casa?” (pp. 239 y siguientes), los autores señalan que la autoconstrucción es una respuesta perfectamente racional de los hogares a las limitaciones que enfrentan y a las fallas de los mercados de vivienda: “Sí no pueden conseguir una hipoteca  -porque las entidades crediticias no se las conceden -, entonces arriendan , y si no pueden arrendar, se las arreglan para proporcionarse un techo al alcance de sus posibilidades. Si no tienen dinero para hacer mejoras – y las entidades financieras no les otorgan un préstamo-, construyen por pequeñas etapas a lo largo del tiempo. Si no pueden obtener un titulo de propiedad de la tierra, la ocupan ilegalmente y esperan hasta tener algo de seguridad en su lote y en su vivienda, y entonces invierten en mejoras. Si no tienen medios para mudarse, se quedan donde están e introducen mejoras según sus posibilidades a lo largo del tiempo” (p. 139).  Esta vivienda suele financiarse de varias fuentes desconectadas de los mercados formales. Ante esto las instituciones del microfinanciamiento (serie de préstamos pequeños de corto plazo para compra de materiales y construcción progresiva) se presentan como una opción porque proporcionan no solo financiamiento sino también asistencia técnica.

El documento propone una serie de otras medidas tales como  propender a soluciones flexibles, no rígidas, acordes a cada caso particular; alentar la construcción de viviendas de bajo costo; promover la vivienda en alquiler; considerar el problema cualitativo y no sólo el cuantitativo; incentivar el apalancamiento de los recursos del sector privado y la interacción de las familias con el mismo; mejorar la eficiencia en la implementación de los programas ahorrando costos en beneficio de los usuarios; y  otorgar mayores incentivos para el sector privado  disminuyendo las limitaciones a la expansión de vivienda formal (urbanización de terrenos, construcción de vivienda asequible y financiamiento a largo plazo).




[1] “El principal problema de infraestructura es la falta de servicios adecuados de saneamiento, que afecta al 13% de los hogares (urbanos), casi 17 millones ”, op. Cit, p. 27.
[2] 52 millones de déficit. Ver: “Experiencias emblemáticas para la superación de la pobreza y precariedad urbana: Provisión y mejoramiento de la vivienda”, elaborado por Marisol Saborido, CEPAL NNUU, Santiago de Chile, agosto del 2006. Forma parte del Proyecto: “Estrategia urbana orientada a la acción de los gobiernos e instituciones municipales en América Latina y el Caribe” (División de Desarrollo Sostenible y AAHH”, CEPAL 2000-2005). 
[3] “Causas de la Vivienda Inadecuada en América Latina y El Caribe”, Hábitat para la Humanidad, 2003”.

[4] Para medir la asequibilidad  en sectores de bajos ingresos se calibran las simulaciones para la compra de una vivienda básica estándar de 40 metros cuadrados construidos , ya sea en un complejo de múltiples unidades o en un terreno de 60 metros cuadrados con todos los servicios básicos y un título formal de propiedad en una subdivisión legal (p.61)
[5] “La Sostenibilidad del Desarrollo a 20 años de la Cumbre de la Tierra: Avances, brechas y Lineamientos para América Latina y El Caribe”, Cepal, 2008.
[6] Naciones Unidas precisa que las personas en situación de pobreza pasaron de 180 a 189 millones en 2009 (34,1% de la población), mientras que las personas en situación de indigencia aumentaron de 71 a 76 millones (13,7% de la población). Fuentes: América Latina: urbanización, pobreza y desarrollo humano, CEPAL y Programa de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Urbanos (ONU Hábitat)