En los años noventa la profundización del proceso de globalización, agregó nuevas complejidades al tema de lo local. Citando Guiddens ([1]) se podría definir a la globalización como la intensificación de relaciones sociales a escala trasnacional que vinculan localidades distantes: “De tal manera que eventos locales son modelados por sucesos ocurridos a muchos kilómetros de distancia y viceversa”. En el plano económico, ella amplia los márgenes de libre comercio y facilita el movimiento de capitales a nivel planetario.
Existen en América Latina por lo menos dos visiones en torno a este fenómeno:
a) La globalización vista como una amenaza, porque profundiza la marginación de los territorios y localidades no consideradas como útiles para las inversiones. Existe la preocupación de que la globalización de los mercados y capitales, ahonde las brechas existentes entre ricos y pobres o las relaciones asimétricas centro periferia entre los países, ocasionando el resurgimiento exacerbado de localismos, particularismos, y fundamentalismos religiosos. Como otros han enfatizado, se trata de una globalización de naturaleza neoliberal. ([2])
b) La globalización vista de manera optimista, con una definición más bien neutra (“expansión de los mercados”). Desde esta visión, constituiría una oportunidad para el desarrollo, sobre todo para algunos territorios, de acuerdo a ciertas características específicas. Esta afirmación parte de los siguientes supuestos:
§ La globalización es un fenómeno irreversible
§ La globalización es sinónimo de modernización
§ Fuera de la economía actual de mercado no existen alternativas válidas
§ Los que no se asimilen a esta nueva realidad de los mercados están condenados al ostracismo, estancamiento, subdesarrollo y pobreza.
Como fuera, otra forma de encarar la relación entre economía y territorio es la que podríamos llamar, retomando a Pierre Veltz, la “Economía del Archipiélago”[3], según la cual existe una estrecha relación entre innovaciones tecnológicas, formas de organizar la producción, reformulación de los flujos económicos y redefinición de los territorios.
Según Veltz, el proceso de globalización puede ser entendido como un concepto estratégico, organizacional y geográfico que se produce en el marco de una apertura de los mercados y que conlleva a cambios socio - culturales de suma importancia a nivel mundial. En ese contexto, en los años noventa las nuevas tendencias territoriales marcan un proceso de expansión y modernización de las grandes áreas metropolitanas y de organización de los territorios en red o en forma de archipiélago.
Algunas de sus principales características serían: a) El reemplazo de los territorios –zona por territorios –red (Castells M: “La Era de la Información”, Siglo XX Eds. México 1999); b) El surgimiento de una nueva división territorial del trabajo a nivel global; c) La “fluidez” de los intercambios y los flujos que hacen entrar en crisis las estructuras fijas, los lugares tradicionales organizados en base a jerarquías rígidas, a diferencias centro-periferia bien determinados, y configurados casi exclusivamente a partir de las distancias físicas (“redes de empresas” y “empresas en red”); c) La transformación de las ciudades, que compiten por la localización de las inversiones incluso por encima de los países de origen; d) La evolución de los territorios a diferentes velocidades y la existencia de bolsones “no funcionales” a la globalización de la economía. Podría decirse que se está produciendo una diferenciación territorial marcada por la oposición atraso/modernidad, promovida por la selectividad del capital y por consiguiente, la fractura de antiguas solidaridades entre territorios y la articulación por encima de los marcos nacionales, de las regiones exitosas; e) Desarrollo de sistemas productivos locales basados en pequeñas empresas; f) divorcio creciente en el territorio entre el espacio de las empresas y la vida cotidiana, existencia , desarrollo de circuitos diferenciados de circulación de bienes y de personas y construcción de realidades espaciales segregadas. ; g) Generación del “efecto túnel” (Ascher, Francois :”Métapolis ou l’avenir des villes”, Odile Jacob Ed. Paris 1995), corredores interconectados por sistemas de circulación de alta velocidad donde la conexión entre territorios obvia o ignora a aquellos que se encuentran en el camino.
[1] “Consecuencias de la Modernidad” Madrid, Alianza 1990
[2] Perry Anderson, en “El Despliegue del neoliberalismo y sus lecciones para la Izquierda”, en Pasos No. 66, Julio-Agosto 1996, anota que el neoliberalismo constituye una reacción teórica y política vehemente contra el estado del bienestar, motorizada originalmente por Frierich Hayek y luego por la Sociedad de Mont Pèlerin fundada en 1947 y en la que intervinieron entre otros Milton Friedman y karl Popper. Según Anderson, el neoliberalismo no sólo atacó cualquier regulación del mercado por parte del estado sino que además argumentó que la desigualdad es un valor positivo para dinamizar el crecimiento y la acumulación privada.