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Espacio dedicado al estudio y promoción del desarrollo local, los territorios y la descentralización

martes, 20 de diciembre de 2011

ECONOMIA Y TERRITORIO: LA ECONOMIA DEL ARCHIPIÉLAGO

 
En los años noventa la profundización del proceso de globalización,  agregó nuevas complejidades al tema de lo local. Citando Guiddens ([1]) se podría  definir a la globalización como la intensificación de relaciones sociales a escala trasnacional que vinculan localidades distantes: “De tal manera que eventos locales son modelados por sucesos ocurridos a muchos kilómetros de distancia y viceversa”.  En el plano económico,  ella  amplia  los márgenes de libre comercio y facilita el movimiento de capitales a nivel planetario.
Existen en América Latina  por lo menos dos visiones en torno a este fenómeno:
a) La globalización vista como una amenaza, porque  profundiza la marginación de los territorios y localidades no consideradas como útiles  para las inversiones.  Existe la preocupación de que la globalización de los mercados y capitales, ahonde las brechas existentes entre ricos y pobres o las relaciones asimétricas centro periferia entre los países, ocasionando el resurgimiento exacerbado de localismos, particularismos, y   fundamentalismos religiosos. Como otros han enfatizado, se trata de una globalización de naturaleza neoliberal. ([2])
b) La globalización vista de manera optimista, con una definición más bien neutra (“expansión de los mercados”). Desde esta visión, constituiría una oportunidad para el desarrollo, sobre todo para algunos territorios, de acuerdo a ciertas características específicas. Esta afirmación parte de los siguientes supuestos:
§  La globalización es un fenómeno irreversible
§  La globalización es sinónimo de modernización
§  Fuera de la economía actual de mercado no existen alternativas válidas
§  Los que no se asimilen a esta nueva realidad de los mercados están condenados al ostracismo, estancamiento, subdesarrollo y pobreza.

Como fuera, otra forma de encarar la relación entre economía y territorio es la que podríamos llamar, retomando a Pierre Veltz, la “Economía del Archipiélago”[3],  según la cual  existe una  estrecha relación   entre innovaciones tecnológicas, formas de organizar la producción, reformulación de los flujos económicos y redefinición de los territorios.
 Según Veltz, el proceso de  globalización  puede ser entendido  como un concepto estratégico, organizacional y geográfico que se produce en el marco de una apertura de los mercados y que conlleva a cambios socio - culturales de suma importancia a nivel mundial.  En ese contexto, en los años noventa las nuevas tendencias territoriales  marcan un proceso de expansión y modernización  de las grandes áreas metropolitanas y de organización de los territorios en red o en forma de archipiélago.   
Algunas de sus principales características serían: a) El reemplazo de los territorios –zona por territorios –red  (Castells M: “La Era de la Información”, Siglo XX Eds.  México 1999); b) El surgimiento de una nueva división territorial del trabajo a nivel global;  c) La “fluidez” de los intercambios  y los flujos que hacen entrar en crisis las estructuras fijas, los lugares tradicionales organizados en base a jerarquías rígidas, a diferencias centro-periferia bien determinados,  y configurados casi exclusivamente a partir de  las distancias físicas (“redes de empresas” y “empresas en red”);    c) La transformación de las ciudades, que compiten por  la localización de las inversiones incluso por encima de los países de origen;  d) La  evolución de los territorios a diferentes velocidades  y la existencia de  bolsones “no funcionales” a la globalización  de la economía.  Podría decirse que se está produciendo  una  diferenciación territorial  marcada por la oposición atraso/modernidad, promovida por la selectividad  del capital y por consiguiente,   la fractura de antiguas solidaridades entre territorios  y la articulación por encima de los marcos nacionales, de las regiones exitosas;  e) Desarrollo de sistemas productivos locales basados en pequeñas empresas; f) divorcio creciente  en el territorio entre el espacio de las empresas y la vida cotidiana, existencia , desarrollo de circuitos diferenciados de circulación de bienes y de personas y construcción de realidades espaciales segregadas. ; g) Generación del “efecto túnel” (Ascher, Francois :”Métapolis ou l’avenir des villes”, Odile Jacob Ed. Paris 1995),  corredores  interconectados por sistemas de circulación de alta velocidad donde la conexión entre territorios  obvia o ignora a aquellos que se encuentran en el camino.


[1] “Consecuencias de la Modernidad” Madrid, Alianza 1990
[2] Perry Anderson, en  “El Despliegue del neoliberalismo y sus lecciones para la Izquierda”, en Pasos No. 66, Julio-Agosto 1996, anota que el neoliberalismo constituye una reacción teórica y política vehemente  contra el estado del bienestar, motorizada originalmente por Frierich Hayek y luego por la Sociedad de Mont Pèlerin fundada en 1947 y en la que intervinieron entre otros Milton Friedman y karl Popper. Según Anderson, el neoliberalismo no sólo atacó cualquier regulación  del mercado por parte del estado sino que además argumentó que la desigualdad es un valor positivo para dinamizar el crecimiento y la acumulación privada.
[3] Mondialisation, villes et territoires : une économie d'archipel, PUF, Paris 1996 ,1ère  ed.