No existe una sino varias maneras de entender los territorios desde el punto de vista del desarrollo local.
La idea de desarrollo local que parte de Europa como respuesta a la crisis económica de los años setenta ([1]), tiene como uno de sus máximos exponentes a Vázquez-Barquero, que define al DL como “Un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una mejora en el nivel de vida de la población local, en el que se pueden identificar tres dimensiones: una económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores productivos locales con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados. Otra sociocultural, en que los valores y las instituciones sirven de base al proceso de desarrollo. Y finalmente, una dimensión político-administrativa en que las políticas territoriales permiten crear un entorno económico local favorable, protegiéndolo de interferencias externas e impulsar el desarrollo local” ([2]).
Es paradójico que esta nueva política europea, haya partido - o mejor dicho, haya tomado prestada sacándola de contexto una de las respuestas más radicales a la crisis del modelo, publicada en 1973 – en plena crisis del petróleo: “Lo Pequeño es Hermoso”, un libro que a la postre se convertiría en paradigmático, del economista germano-británico Ernst Friedrich Schumacher ([3]). Que llegó a América Latina en la segunda mitad de la década de los 70, traducido por E. Blume Editores. Schumacher, parte de un movimiento intelectual crítico a las nociones de desarrollo predominantes en aquel entonces, recibió la influencia, entre otros, del economista austriaco Leopold Kohr (Premio Nobel Alternativo en 1990) por sus aportes concernientes al desarrollo a escala humana.
En “Lo Pequeño es Hermoso”, Schumacher denuncia la dilapidación de los recursos naturales que hacen las sociedades occidentales, debido a una ideología consumista, y la degradación ambiental, consecuencia de un crecimiento indiscriminado de la industria. Agrega que el modelo económico tal como está planteado tiene un límite: Si todos consumiéramos la misma proporción de bienes que los habitantes de los países ricos, el planeta colapsaría. Afirma también que quienes más sufren con esta ilusión del consumo ilimitado son los países menos desarrollados: La historia demuestra que por lo general, el consumo de los países del primer mundo se basa en el no consumo de la población de los países pobres.
Plantea como alternativa, la necesidad de que el ser humano asuma un nuevo estilo de vida, con métodos de producción distintos y con pautas de consumo diferentes, “un estilo de vida diseñado para la permanencia”. Para ello, según él, se debe retomar la idea de lo pequeño, de lo local, de lo flexible, que permite adaptarnos a la realidad y encontrar respuestas diversas a problemas específicos.
Este enfoque (que llega a Inglaterra desde la India ! [4]) constituye un aporte precursor frente a otros estudios que se harían más tarde ([5]), particularmente el informe de la Comisión Brundtland ([6]), que enriquecieron el debate en la Cumbre sobre la Tierra realizada en Río, en 1992.
[1] V. Sergio Boissier: “Desarrollo (Local) de Qué estamos Hablando?”, Artículo publicado en Madoery, Oscar y Vázquez Barquero, Antonio (eds.), Transformaciones globales, Instituciones y Políticas de desarrollo local. Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2001. Según Boissier en 1995 la OCDE había señalado que el enfoque local del desarrollo es una respuesta a los problemas del desempleo y desorganización económica, causados por la decadencia industrial y las deslocalizaciones.
Francisco Alburquerque, como Boissier, sitúa el origen de este enfoque en la crisis Europea de los años setenta ( “Desarrollo Económico Local y Descentralización en América Latina”, en la Revista de la CEPAL No. 82, abril del 2004).
[2] VÁZQUEZ-BARQUERO A. (1988), Desarrollo local. Una estrategia de creación de empleo, Editorial Pirámide, Madrid.
[3] Fallecido en 1977, creó en 1966 ITDG, Intermediate Technology Development Group (http://www.itdg.org.
[4] Gabdhi planteó que una forma de enfrentar al Imperio era luchar contra las grandes ciudades y enfatizar lo local no sólo como dimensión sino sobre todo como forma de vida.
[5] Entre otras :”Estrategia Munial por la Conservación”, PNUMA 1980
[6] “Nuestro Futuro Común”, 1987.