Con la crisis del modelo fordista de los años setenta y el desarrollo científico y tecnológico de los ochenta, la reflexión de la economía en torno a los territorios tomará dos caminos: El desarrollo económico local y la “Economía del Archipiélago”. Empecemos viendo el primero.
El concepto de desarrollo local no es originario de América. Según el profesor Juan Ramón Sanchis Palacios ([1]) la política económica impulsora del desarrollo económico local arranca en Europa a comienzos de los años 80 con la aprobación en julio de 1982 del programa ILE (Programa de Iniciativas Locales para la Creación de Empleo) de la OCDE 1982-1985.
“Pasos Sucesivos –continúa Sanchis- fueron la resolución de la CEE de julio de 1984, planteando la contribución de las ILE a la lucha contra el paro y la recuperación de la actividad económica y la consolidación explícita de las ILE dentro del Plan de acción de las Pymes aprobado por el Consejo de la CEE en octubre de 1986.
Los programas LEDA (Local Economic Development Action) en 1986 y SPEC en 1990, la iniciativa LEADER (Liaisons Entre Actions de Développement de l’Economie Rural) en 1991 y las redes ELISE en 1985 y MIRIAM en 1991, marcan el comienzo del desarrollo local a nivel comunitario”.
Y agrega que en España la promoción del desarrollo local se inició con la orden ministerial del 21 de febrero de 1986 sobre regulación de iniciativas locales de empleo: “Se puede considerar –explica Sanchis- como punto de partida de la política económica local en España la transformación de INESOP (un centro privado de control de calidad creado por las empresas de calzado de Elda) en una sociedad de investigación en 1978” ([2]).
En América Latina el interés por el retorno a lo local se explica en buena medida por los cambios operados en las concepciones de desarrollo derivadas de la crisis de los años setenta (Manual de desarrollo local, ILPES Santiago octubre 1998. Como ha sido dicho, el período de post –guerra en América Latina estuvo caracterizado por el crecimiento económico y por la difusión y la aceptación generalizada de las ventajas que supuestamente ofrecía el modelo de desarrollo de los países industrializados. La economía de la región se orientaba de forma unilateral hacia factores y recursos extra regionales, con la consecuente dependencia de los centros de poder internacionales. “Se trataba, en suma, de una forma de economía que ‘ignoraba el territorio’ cuando no lo negaba, y en la que éste era apenas considerado como soporte o contenedor para las actividades que en él se asientan”, dice J.L. Fernández Noriega .
El modelo vigente hasta entonces (que tenía como eje principal promover y atraer la inversión extranjera) colapsó en la época de crisis económica evidenciando sus limitaciones para dar una respuesta eficaz a los problemas del empleo y desarrollo de la región. Esta comprobación condujo a un progresivo cambio de actitud y a la aparición de nuevas propuestas de desarrollo, revalorizando el potencial endógeno y el papel del territorio como algo más que un mero soporte de actividades inconexas.
Pero el redescubrimiento de lo local llegó a la región latinoamericana en un contexto preciso bien definido por Juan Luis Llorens, Francisco Alburquerque y Jaime del Castillo. Estos autores plantean que la quiebra del modelo predominante de finales de los años setenta se produjo en medio de una crisis económica generalizada en un período en el que primaron los ajustes estructurales, la liberalización económica y la apertura creciente a los flujos internacionales. “La concentración de recursos y las políticas en el saneamiento financiero interno (fiscal) y externo (balanza de pagos) –dicen - supuso un retroceso en las políticas de fomento social (educativas, de vivienda y de salud) que dejó desasistidas a las colectividades locales y un ajuste financiero que impactó negativamente al sector productivo. (En ese contexto) la estrategia de reforzamiento del mercado como mecanismo de asignación de recursos, la reducción de subsidios y controles estatales y la privatización de las empresas publicas produjeron una reducción del papel y presencia del Estado” (“Estudio de Casos de Desarrollo Económico Local en América Latina”, BID, Washington abril. 2002 ).
Esta situación explica en buena parte porqué se generalizaron en América Latina importantes iniciativas informales de desarrollo económico en los ámbitos locales en respuesta al contexto económico adverso. Francisco Alburquerque señala que “buena parte de las iniciativas de desarrollo económico local han surgido como reacción a la crisis económica y falta de políticas adecuadas desde el nivel central del Estado Desarrollo Económico Local y Descentralización en América Latina” (en la Revista de la CEPAL No. 82, abril del 2004).
[1] Juan Ramçon Sanchis: “Las Estrategias de Desarrollo Local: “Aproximación metodológica desde una perspectiva socio económica e integral, Universidad de Valencia, en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=333374”, DIALNET es un Servicio de Alertas Informativas y de acceso a los contenidos de la literatura científica hispana.
[2] Ibd. P. 153