En principio la economía es una disciplina que se ocupa de estudiar cómo las sociedades deben administrar sus recursos con el objetivo de producir bienes y servicios y distribuirlos para el bienestar de sus miembros. Según ella el territorio (junto con el clima) forma parte del ambiente natural en el que se desenvuelven las actividades productivas. Comprende el suelo (o superficie externa de la tierra, relieve orográfico) y el subsuelo (capas internas de la tierra). En él convergen los recursos naturales, las fuerzas motrices y el ser humano, que aporta el trabajo necesario para producir los bienes o prestar los servicios.
Ahora bien, en un contexto en el que la actividad económica está regida por la obtención de beneficio, el interés de esta disciplina en materia territorial es el examen de las condiciones que hagan posible menores costos de extracción de la materia prima, de su transformación y de su comercialización. Johann Heinrich von Thünen en «El estado aislado», en 1820 planteó que el hombre trata de resolver sus necesidades económicas en el entorno inmediato, reduciendo sus desplazamientos al mínimo y sugirió como idea central que por eso la renta variaba en relación con la distancia de los productos con respecto al mercado. A este tipo de renta le llamó renta de localización o de ubicación. Más tarde, a principios de siglo XX, la Escuela de la Localización plantearía las causas que a su entender explicaban los patrones de distribución espacial de las manufacturas en el marco del proceso de industrialización, señalando que la distancia influía en la formación de preferencias por parte de los consumidores y, por tanto, en las decisiones de localización de las empresas. Sobre esta base, estudios recientes se han centrado en el examen de las Economías Externas, punto central de la argumentación de la Teoría de la Localización.
A finales de los años 60 la Teoría del Intercambio Desigual.(Amin S. El desarrollo desigual: Crítica a la teoría del desarrollo. Siglo XXI, Enmanuel, “El intercambio desigual”. Siglo XXI Ed.1975) propuso entender el funcionamiento de las economías subdesarrolladas sin compararlas a las economías capitalistas avanzadas toda vez que ellas tendrían una forma de funcionamiento radicalmente distinta a las segundas. Según estos autores, los espacios periféricos tienen modos de funcionamiento diferentes a los espacios centrales ya que los procesos de acumulación a escala mundial se generan y dirigen desde los espacios centrales, mientras que se proyectan, sólo de forma deformada, en los espacios periféricos. En los mismos, consecuentemente, las decisiones de los agentes productivos se encuentran muy condicionadas por el funcionamiento global del sistema económico. Como consecuencia, se produce en estos espacios, un proceso de implantación de modernas industrias, como consecuencia de la “deslocalización” de algunas actividades industriales. Pero según Amin, las mismas se constituirían en enclaves aislados sin conexión con el tejido económico local.
La crisis de los 70 puso en crisis las visiones sobre la relación entre Economía y Territorio. La Teoría de la Localización era incapaz de explicar por qué economías sin dotaciones de recursos naturales (por ejemplo Japón) sobresalían en industrias que, a priori, necesitaban de cantidades ingentes de los mismos (Siderurgia o construcción naval). Pero la Teoría del Centro y la Periferia no proporcionaba visiones mucho más alentadoras. A nivel internacional se producía una fractura entre las economías periféricas capaces de soportar el tirón de la crisis (los NIC´s asiáticos, fundamentalmente) y la inmensa mayoría que se quedaba descolgada de los procesos de acumulación a escala mundial.
De esa época a esta parte los diferentes autores reconocen:
1.Que los cambios en las esferas globales, sin responder o ser el resultado de cambios acaecidos por separado en cada una de las empresas, tienen una proyección sobre las empresas individualmente consideradas.
2.Que Estas transformaciones en la forma de organizar la producción tienen un efecto sobre la repartición de la actividad industrial a lo largo del territorio. Es decir, las dinámicas territoriales observables pueden explicarse a partir de las transformaciones inducidas sobre los sistemas de organización industrial por los procesos de reestructuración y globalización.
3.Que este proceso de cambio, el territorio, entendido como espacio social, no juega un papel pasivo. En palabras de Veltz “las empresas se ven obligadas (en su lucha competitiva) a actuar sobre mecanismos sociales, históricos y geográficos, completamente irreductibles a las representaciones que ellas mismas realizan de la eficacia económica. La economía más avanzada funciona, cada vez más, sobre elementos extraeconómicos. El territorio juega, por supuesto, un papel esencial en esta dinámica” (Veltz, P:Mondialisation, Villes et Territoires. PUF, París. 1995, página 12).
Entre las múltiples aportaciones encuadradas dentro de este grupo, podrían distinguirse por un lado, habría que destacar aquellas que consideran que las nuevas formas de los procesos de acumulación de capital favorecen básicamente al capital transnacional. (Massey, Boyer, Martinelli y Schoenberger), y quienes opinan que los cambios en los sistemas de acumulación a escala mundial abren nuevas posibilidades de desarrollo de sistemas productivos basados en las Pequeñas y Medianas Empresas. (Becattini, 1 , Garofoli, ; Courlet y Pecqueur, Storper, Scott).
Notas: Economía y Territorio, Una somera visión Crítica.Prof. Dr. Daniel Coq Huelva, Grupo de Investigación: Análisis Regional: Economía Andaluza Departamento de Economía Aplicada II